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15 de enero de 2003

Camilo José Cela y la vitalidad del deporte

Por Jesús Castañón Rodríguez

Camilo José Cela y la vitalidad del deporte

Jesús Castañón Rodríguez

Camilo José Cela ha sido un titán de la literatura en español, con 14 novelas largas, 6 novelas cortas, 6 libros de poesía, 3 romances de ciego, 21 cuentos, fábulas, apuntes y divertimentos, 2 libros de memorias, 11 libros de viajes, 18 recopilaciones de artículos, 3 obras de teatro, 5 adaptaciones, traducciones y versiones y 3 obras de lexicografía. Nacido en 1916 en Iria Flavia, ha sido director de la revista literaria Papeles de Son Armadans, miembro de la Real Academia Española y ha obtenido el Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1987), el Premio Nobel de Literatura (1989) y el Premio Cervantes (1995), entre otros galardones.

Es el quinto autor español que consiguió el Premio Nobel tras José Echegaray, Jacinto Benavente, Juan Ramón Jiménez y Vicente Aleixandre. Y el tercero en crear literatura deportiva tras la aparición de deportistas en las obras de Jacinto Benavente Más fuerte que el amor (1906) y Literatura (1931) así como en el poema «Retrato» (1928) que Vicente Aleixandre dedicó al patinaje.

Pero la vida deportiva de Cela abarca dos terrenos de juego: la vitalidad como practicante en la infancia y la juventud y la vitalidad de la grada como elemento de inspiración para la madurez de la literatura.

La cancha de la vida

Entre el guá y el chito

Los juegos infantiles del premio Nobel fueron: guá, pídola, marro, chito y la pelota. Es decir, respectivamente: introducir canicas en un hoyo excavado en el suelo, saltar los niños por encima otro que está de pie y con el cuerpo encorvado hacia delante, lanzar piedras contra un bolo u objeto hincado en el suelo para que gane el que más aproxime el marro y lanzar discos de hierro contra una tanga o cilindro de madera sobre el que se colocan las monedas que se apuestan los jugadores.

Futbolista en el solar

Pero sin duda, su juego favorito fue la pelota, que consiste en dar patadas al balón en un solar o descampado. Esta afición por el fútbol, la desarrolló durante su infancia en el colegio de Jesuitas de Bellas Vistas, en Vigo, donde le llamaba la atención que el hermano Borrás remangara la sotana para disputar los encuentros y en el colegio de los Escolapios, en Madrid, con un enorme campo de deportes donde destacaba el recuerdo del padre Samuel.

Esta seducción que ejercía el balón sobre la mente del niño Cela le llevó a jugar partidos en los campos del Unión Sporting, cerca del cruce de las calles Ayala y Alcalá, y de Mengotti, en las cercanías de la calle López de Hoyos. Y también el fútbol era el aliado ideal para sobrellevar las tareas que le ponía su preceptor, Nazario R., tras haber sido expulsado de diferentes centros escolares. La afición balompédica al Racing de Madrid de don Nazario era alimentada por el niño Cela que le dejaba delante el diario Abc, en hora de clase, para que leyera las noticias de su equipo favorito, que jugaba en la calle Martínez Campos, para luego comentarlas en el rato dedicado a paseo.

Además el fútbol es asociado a los primeros escarceos del despertar sexual de la juventud con el comentario costumbrista de la taberna la calle Torrijos, donde un dependiente amanerado hacía los recados a los futbolistas de la Gimnástica de Madrid a cambio de entrar en los vestuarios, y con la aventura que el adolescente Cela mantuvo con la madre de un amigo, mientras ésta le aconsejaba que no jugara tanto al fútbol al verle tan delgado.

Otros deportes

Otras actividades deportivas de la infancia y juventud de Camilo José Cela tuvieron que ver con los caballos, con el agua y con la lucha. En concreto con la hípica, la natación, la vela, el piragüismo y el judo.

Así, los domingos asistía a las carreras de caballos en el hipódromo de la Castellana, ya que su padre le daba dos pesetas al preceptor para tal fin y sentía una especial admiración por los jinetes Leforestier, Belmonte y Jiménez.

El agua sirvió para demostrar que sabía bucear y nadar a sus amigos en el Canalillo situado junto al campo Mengotti. Pero ante todo, para evocar la figura de su abuelo John Trulock, fundador del Real Club de Regatas de Villagarcía de Arosa, y para encontrar la paz en la bahía de Riazor cuando salía a pasear en piragua en la época en que vivió en A Coruña, al final de la guerra civil.

El judo se convirtió en uno de sus deportes favoritos hasta el punto de llegar a la categoría de cinturón negro.

El campo de la literatura

El deporte en la literatura de Cela es un motivo de pausas y actitudes. Seguidor del Celta de Vigo y simpatizante del Atlético de Madrid, encuentra en el fútbol la vitalidad, la fe ciega y lo popular sin ñoñerías a través de cuatro facetas: el uso del deporte como recurso estilístico, la colaboración en actos de literatura de tema deportivo, el periodismo y la creación literaria,

En primer lugar, los resultados de la alta competición se convierten en recurso estilístico para ambientar recuerdos y situaciones. Es el caso de los resultados del Real Madrid y la Selección Española de fútbol, los triunfos del boxeador Paulino Uzcudun y los momentos más destacados de los Juegos Olímpicos.

En segundo lugar, la relación de Cela con la literatura de tema deportivo comprende dos facetas. Es el caso de la presentación de obras ganadoras del premio de novela deportiva Don Balón, en 1992, en el Museu de l’Esport en Barcelona. Además, el saque de honor que realizó antes del encuentro Atlético de Madrid-Valladolid, con motivo de la concesión del Premio Nobel en 1989, fue convertido en un cuento por Francisco Umbral en la antología Cuentos de fútbol 2, recopilada por el internacional argentino Jorge Valdano.

En tercer lugar, en periodismo ejerció el comentario de actualidad deportiva en los diarios Arriba, La Voz del Sur, El Independiente, Diario 16 y Abc con especial atención al deporte espectáculo. Los aspectos más insólitos o grotescos de boxeo, ciclismo y fútbol fueron sus centros de interés, sobre todo las peripecias y sobresaltos de los árbitros, así como la violencia, la crueldad y el olvido de las masas de espectadores. Alguno de ellos tan llamativos como los dedicados a la agresión de un colegiado a un jugador («Teoría del árbitro», 1948), la odisea de dos vascos que vinieron a Madrid en burro para ver la final de Copa entre el Athletic Club de Bilbao y el Valencia («Viaje al otro mundo», 1949) o la decadencia de Diego Armando Maradona («Maradona», 1991).

Y en cuarto lugar, en literatura, Cela abordó la creación de tema deportivo al igual que el resto de autores de la Quinta del SEU a la que perteneció como Rafael García Serrano y Juan Antonio de Zunzunegui y produjo poesía, cuentos y relatos dentro de una novela corta.

Poesía

La poesía deportiva de Cela forma parte de versos festivos como recurso expresivo de otros sentimientos. Es el caso del poema «Viaje a USA» donde recurre al Celta de Vigo para expresar el patriotismo que le bulle al viajar al extranjero.

Cuentos

En Once cuentos de fútbol presenta una serie de estampas, organizada en cuatro mamotretos, una introducción y un colofón con estampas valleinclanescas sobre futbolistas sacados de contexto, desarraigados de geografía o época y satirizados en sus máximas figuras. Se divide la obra en cuatro mamotretos, una introducción y un colofón. «El pie con bola o parábola de la juventud de por vida» relata la amistad entre el espectador y la aviejada niña Gilarda en la isla de Mallorca, sus juegos y la predilección del espectador por los solares donde se juega al fútbol.

En el mamotreto primero, titulado «La lonja» se tratan aspectos económicos de la disciplina del fútbol. «Aplicaciones de la teoría del librecambio» presenta la historia de Quincio Toledo como intermediario ue futbolistas con avatares como el tener que disfrazarse de monja para conseguir los fichajes de Pipí y Popó, como el cuidado y el mimo a sus esclavos, capaces de trotar durante noventa minutos. «El tratillo» repasa la vida del asturiano Teopespo Luarca Novillejo, intermediario dedicado a embalsamar jugadores para su posterior venta y negocio. «Fábula del carnero de oro» narra los cuidados que Leufrido de Escodinas y Orpí recomienda al futbolista de Burriana, Obediencia, intuición, vida ordenada y pundonor son valores fundamentales para obtener el mayor rendimiento.

Por otra parte, el mamotreto segundo, «La suerte de Juan Tarafe», trata las peripecias de los jugadores. «Retornelo del defensor de la ciudad» hace referencia al portero Dominico Fernández y la responsabilidad de salvaguardar el honor colectivo, aunque cueste la muerte y suponga el orgullo de la novia viuda Mabelita Smith. «Nostalgia de Avila de los Caballeros», canta el desigual rendimiento de Sancho Adaja, futbolista que es apoderado por la nostalgia en los desplazamientos pero que se muestra invencible para luteranos (Segovia, Valladolid, Salamanca), volterianos (Madrid, Guadalajara), franchutes (Santander, Zaragoza) y sarracenos (Cuenca, Albacete, Ciudad Real), al calor de las murallas de Ávila. «El héroe» expone la vida futbolística de Exuperancio Expósito, tuerto y manco extremo izquierda del Asilo F.C. en las mañanas de los domingos, que es aclamado por sus compañeros de residencia las jornadas que obtienen buenos resultados.

El mamotreto tercero, con la denominación de «El potro», supone una visión animalizada de la violencia que encierra el fútbol. «Como a perro por carnestolendas» retrata cómo es manteado el jugador internacional y especialista en lanzar penaltis, Blas Tronchón, Harinita, cuando los falla. «El holocausto» resalta la violencia de un público que llega el asesinato en la horca de Minervino Caeymaex Cabrillas, colegiado al que se le ocurrió pitar penaltis en contra del equipo local. Otra temática es planteada en «Alta escuela». historia del caballo Gainsborough XXI que hace de manager de los ¡abatidos guardametas derecho e izquierdo del Waldertrudis Pucará F.C.

El mamotreto cuarto, «La soledad y el azar», intenta explotar la dimensión esotérica que intervienen en el ámbito futbolístico. Por un lado, «Un ángel aventurero y zascandil» cuenta la historia del brigadier Sargatanas, demonio especialista en el acertijo de quinislas, que consigueL que a Victuro Benicolet le salga en la cabeza un bubón, escondite de un pleno de catorce cuyo premio sirvió para que los herederos se dieran al vicio y al delito. Por otro lado, «La cita con la suerte» plantea la cita feliz con el azar al caer fulminado Hermelando al recibir un balonazo en el sensible corazón junto al banderín de córner: llorado por su novia y velado por la Guardia Civil logra recuperar la vida cuando el juez se disponía a levantar su cadáver.

Por último, «Colofón envuelto en la Hoja del Lunes» considera este tipo de publicación periodística como pasto espiritual del aficionado para toda la semana, una vez que ha confirmado lo que vio en el partida, se oyó por la radio y comentó con ansiedad en la oficina.

Novela corta

En «Noventa minutos de rebotica», incluido en la novela corta Café de Artistas y otros relatos, relata entre bastidores la crónica de un partido entre el Real Madrid y el Athletic Club de Bilbao en los años cincuenta. Es un relato desde las tripas del estadio hacia la grada en un recorrido llamativo. Tras haber obtenido un pase de vestuarios, describe su ambiente de duchas, bancos, perchas vacías… Narra su visión del trabajo de los entrenadores y encuentra especialmente poético el café puro y muy caliente que beben lo jugadores en el descanso. También cuenta la fiesta social del palco de autoridades o las conversaciones con Pablo Hernández Coronado, uno de los principales dirigentes que ha tenido el fútbol español. Y posteriormente, salta a lo más visible por los aficionados: la apoteosis de las gradas, el contraste de sentimientos en los equipos como consecuencia del resultado. El relato finaliza con la vuelta a los vestuarios mientras el colegiado se viste de calle al término del encuentro y las fuerzas de seguridad desarrollan su trabajo con el público a la hora de abandonar el estadio.

Epílogo

La historia deportiva de Cela es concebida como un sentimiento de vitalidad y paz, como un ejercicio del músculo y de la voluntad que evoluciona de la práctica de juegos infantiles, fútbol, hípica, natación, judo, piragüismo y vela hasta la mágica creación literaria al otro lado de las canchas con poemas, cuentos y novelas cortas.


Referencias

CASTAÑÓN RODRÍGUEZ, Jesús: Creación literaria y fútbol. Valladolid: 1991.

CELA, Camilo José: Once cuentos de fútbol. Madrid: Editora Nacional, 1963.

– «Noventa minutos en la rebotica», en Café de Artistas y otros cuentos. Barcelona: Bruguera, 1983.

– Memorias, entendimientos y voluntades. Madrid: Diario 16, 1992.

– «Viaje a USA», en García Candau, Julián: Épica y lírica del fútbol. Madrid: Alianza Editorial, 1996, pág. 308.

GALLEGO MORELL, Antonio: Literatura de tema deportivo. Madrid, Prensa Española, 1969.

GARCÍA CANDAU, Julián: Épica y lírica del fútbol. Madrid: Alianza Editorial, 1996.

GARCÍA CANDAU, Julián: «Cela y el fútbol», en La Razón. Madrid, 18 de enero de 2002.

GARCÍA SERRANO, Rafael: El domingo por la tarde. Madrid: Taurus, 1962.

UMBRAL, Francisco: «El saque de Cela», en Cuentos de fútbol, 2. Madrid: Alfaguara, 1998, págs. 309-318.

«Un Nobel, entre nosotros», Don Balón número 861. Barcelona, 28 de abril de 1992, pág. 53.

ZUNZUNEGUI, Juan Antonio de: Chiripi, (1931) en Obras Completas. Barcelona: Noguer, 1969, I, págs 249-556.

– Mi infancia en una cancha de frontón. Madrid: 1953.

– «Murió en un córner», en Antología del premio ‘Hucha de Oro’. Los mejores cuentos. Madrid: Magisterio Español, 1972, págs. 77-89.