Cabecera de Idioma y Deporte
8 de septiembre de 2008

Seis personajes en busca de autor

Por Jesús Castañón Rodríguez

Seis personajes en busca de autor

Jesús Castañón Rodríguez

El lenguaje deportivo en los medios de comunicación es un panorama complejo capaz de acoger las situaciones más variadas.

Es el caso de seis personajes en busca de autor lingüístico. Primero, el niño del suburbio que patea una naranja camino del colegio o de los recados y duerme abrazado a su primer balón de verdad y que con el paso del tiempo escribe el libro más leído en toda la historia de Argentina y más oído con un disco de platino en su versión de cederrón.

Segundo, el hijo de un comerciante que redondea latas y les da patadas contra una pared de la fábrica y acaba escribiendo el libro con más éxito social en la Feria del Libro de Madrid.

Tercero, el niño que pinta monigotes y escribe en los tablones de su abuelo carpintero, los lija para borrar sus fechorías y llega a locutor radiofónico de partidos y humorista del espectáculo.

Cuarto, el niño de buena familia con fuerte carácter, expulsado de todos los colegios, que jugaba por todos los solares de las ciudades hasta el agotamiento y se convierte en Premio Nobel de Literatura.

Quinto, el adolescente que juega en juveniles, hace una prueba por un gran club europeo donde no obtiene un resultado positivo y pasa a ser estrella de la música pop y sigue a su selección allá donde juegue.

Y sexto, el joven que pega saltos y lee libros a la vez y logra batir la marca de los 110 metros vallas en los Juegos de Londres en 1908 y declarando a la prensa: «Yo leo algunas veces, cuando estoy en la pista».

Son las historias de esfuerzo y orientación de la exuberancia para progresar que han generado Maradona, Alfredo Di Stéfano, Miguel Gila, Camilo José Cela, Rod Stewart y Forres Smithson. Son el relato de la aventura personal de seis personajes que han progresado frente a la pobreza, las extorsiones económicas, las dificultades de la vida o han conquistado un mundo soñado en una fiesta juvenil que, según Pierre de Coubertin, constituye una libre manifestación de la inteligencia.

En la sociedad moderna estos relatos se convierten en una estrategia de la ilusión dirigida a un mundo de afectividad, a las pasiones y a la parte infantil y juvenil de la gente, independientemente de su edad, religión o situación social. Pretende sacar lo mejor de la gente, de las ciudades, de los pueblos hacia un fin común.

Lo lleva a cabo con un lenguaje que crea su propia norma estándar para integrar y concentrar una atención creciente de audiencias formadas por millones de personas interesadas por la suerte de jugadores, equipos, acontecimientos y vidas que quizás nunca conocerán directamente.

En esta realidad compleja inciden cuatro factores. Primero, la información deportiva es una de las escasas alternativas a la información de violencia, tragedia y aspectos negativos de la existencia humana, que suele estar presente en los mensajes de los medios.

Segundo, la esencia formativa y formadora del deporte mundializado genera un patrimonio cultural al convertirse en cruce de caminos para las palabras y expresiones teñidas por la lúdica alegría de las tribunas y los campos de juego, por la vida cotidiana o por el contacto con otros idiomas. Desde la época del pop-art se inició la convergencia del deporte y la cultura popular de masas, sobre todo la música, por compartir la generación de estilos de vida juveniles para la sociedad de consumo, la creación de héroes en el inconsciente colectivo, una actuación como fuerzas de liberación personal para lograr sueños de eterna juventud, felicidad o libertad superando los límites de la realidad con un nuevo ritmo y una estética especial… Crean espacios imaginarios gracias a las recreaciones de la tecnología y concentran las emociones para expresar el deseo de vivir y de detener el tiempo. Sentimientos en estado puro, fuertes cargas emocionales son empleadas para crear ambientes mágicos para industrias del ocio y para el enardecimiento del aficionado. Se convierte en una fiesta de palabras que pasea por calles y avenidas al latido de los corazones apasionados.

Tercero, el periodismo deportivo es hoy una especialidad tan particular como la Ciencia, la Economía o la Política aunque con una redacción más libre donde no se debe temer una pérdida de «estilo deportivo» al emplear una palabra en la lengua vernácula cuando ésta exista, abandonando el anglicismo, el más típico entre los extranjerismos deportivos.

Y cuarto, el lenguaje fruto de la pasión del deportista, la alegría del hincha y del texto ameno del escritor talentoso. Es una realidad organizada en tres niveles: el técnico, el de difusión y el literario.

El primero afecta a mensajes que realizan un uso de lengua especial del deporte con mensajes útiles para sus practicantes, reflejan la realidad exterior, cuentan con predominio de la función referencial, elaboran sus mensajes con códigos lingüísticos y tienen la intención de designar los acontecimientos.

El nivel de difusión abarca el uso de procesos de estandarización para un receptor universal con mensajes periodísticos que reflejan la realidad exterior, cuentan con el predominio de las funciones referencial y apelativa, son elaborados con códigos lingüísticos y no verbales, tienen la intención principal de relatar y juzgar acontecimientos y confeccionan mensajes útiles, fáciles y comprensibles para un público masivo y toda la comunidad lingüística del deporte.

Y el nivel literario del deporte afecta a mensajes caracterizados por la creación de un sistema lingüístico particular por parte del escritor, por reflejar la realidad exterior y la realidad interior del autor, por el predominio de las funciones expresiva y poética, por la elaboración de mensajes con códigos lingüísticos, por la intención de crear mensajes con fines artísticos y por su libertad en la confección de mensajes y en su destinatario final.

El actual lenguaje periodístico del deporte
El leguaje periodístico del deporte se viene realizando a diario desde 1924 ante el entusiasmo y la adhesión social de los aficionados.
Como el resto del lenguaje periodístico, refleja el espectáculo de la vida y las impresiones que produce, sirve al público y como comentó Manuel Graña en la conferencia «La Escuela de Periodismo», leída el 31 de julio de 1926 en el Congreso de Estudios Vascos, es una redacción industrial que fomenta la curiosidad humana de impresiones y su carácter artístico o social.

Actualmente, se suele criticar el lenguaje periodístico deportivo como una forma poco elaboradas, cuando la tradicional preocupación del periodismo por el idioma ya se remontaba a la Escuela de Periodismo de El Debate que establecía el deporte como un caso de redacción especial en 2º curso.

Características para el siglo XXI
La comercialización del deporte en el mundo ha convertido este ámbito en una industria del ocio donde se entrecruzan, adaptan y refuerzan varios factores para resaltar la importancia de los idiomas en la mejora de la difusión social. Primero, elementos de consumo del espectáculo. Segundo, formas expresivas de música moderna, cómic y movimientos culturales juveniles basadas en la captación humorística de la realidad, la sátira y burla de la cultura oficial, el uso de simbología visual agresiva y una oralización del lenguaje con preferencia por su registro coloquial, su espontaneidad y expresividad. Tercero, el análisis pormenorizado de todos los factores deportivos, psicológicos y sociales que intervienen en el espectáculo deportivo. Cuarto, la presentación de la vivencia apasionada del deporte como una fiesta social.

El periodismo escrito se renovó mediante una redacción con recursos visuales, sobre todo fotoperiodismo e infografía. Los periodismos radiofónico y televisado se han dirigido a los deportistas contemplativos del espectáculo, con comentarios que exaltan la parte amable y humanizada de noticias insólitas, las emociones o la polémica. El periodismo digital se ha dirigido hacia la expresividad, el dinamismo, la notación ligera y rápida y el intercambio de neologismos necesarios para poder responder a las necesidades de los servicios de noticias en tiempo real y a las incipientes transmisiones en Internet. Aunque también ha aprovechado la red para transmitir saberes mediante la recopilación de terminología específica para especialistas y una visión del idioma que comprende entorno, cultura y relaciones sociales.

El paso al siglo XXI se caracteriza por una nueva redacción dinámica, sin fronteras y de valor añadido.

Abastecer con calidad y prontitud ha hecho de la prisa el nuevo tiempo de trabajo, ha intensificado las leyes psicológicas de la redacción deportiva (esquematización del acontecimiento, dramatización de personajes y variación cíclica del interés), ha convertido la redacción en un espectáculo en el que predomina la expresividad.

Se ha producido una fascinación por la forma que emplea técnicas literarias y publicitarias, que superpone conceptos visuales en la escritura y efectos de diseño gráfico (colores, tipografías especiales, marcas especiales, juegos gráficos, animación e interactividad) al uso normativo del idioma. Además, busca estándares de comunicación universal orientados al dinamismo y a la lectura rápida de los textos.

Y en este contexto ocupa un lugar preferente la lengua coloquial como necesidad de comunicación al convertirse el deporte moderno en una fiesta social de relatos y comentarios capaces de sintetizar el ambiente de la práctica deportiva y la emoción que produce en sus espectadores.

Se transforma en un juego de ingenio para captar la atención, para mostrar los acontecimientos en vez de narrarlos y mezclar las características, hasta hace poco independientes, de los periodismos escrito, radiofónico y televisado.

En el nivel fónico, pronunciación, entonación y efectos de voz siguen las pautas del periodismo audiovisual; extranjerismos y términos de otras lenguas de España siguen formas de periodismos audiovisual y escrito y como principales novedades destaca la redacción en función de criterios de diseño gráfico con la incorporación de marcas gráficas y animación.

El nivel gramatical es el que menos cambios presenta, con el uso de nombres compuestos en denominaciones de equipos deportivos para unir su nombre al del patrocinador, como principal novedad.

Y en el nivel léxico destacan varios fenómenos. Primero, el intercambio libre de formas, que es consecuencia del abatimiento de fronteras, termina con las terminologías de ámbito restringido dando lugar a la difusión de hispanoamericanismos léxicos y a redacciones que no emplean localismos. Segundo, la creciente importancia de los usos retóricos. Tercero, la presencia de lenguajes figurados que eliminan la terminología técnica de los deportes para dar paso a una seducción que favorece la fiesta social del deporte y reduce los riesgos de la violencia asociada en los espectáculos deportivos. Cuarto, el abuso de las técnicas de modificación de discurso repetido tanto en titulares y crónicas con unidades de lengua coloquial para sintetizar estados de ánimo, clasificar la experiencia vivida y crear opiniones, como en titulares con unidades basadas en títulos de formas culturales de éxito social. Y quinto, adquiere una gran importancia la formación de neologismos, como consecuencia de la gran variedad de deportes (que ya no se limitan a las citas olímpicas o de alta competición internacional), la necesidad de designar realidades nuevas como la «raqueta inteligente» y su repercusión en lenguajes de moda y otras expresiones del habla común.

Epílogo
En resumen, el campo deportivo es un cruce de energías creativas que rehace mundos imaginados y permite a los pueblos transformar una realidad hostil en posibilidad de disfrutar. Y el idioma es el nexo entre las canchas y la sociedad, el instrumento que permite a los periodistas relatar, a los cineastas rodar comentarios, a los humoristas gráficos dibujar sonrisas, a los músicos sacar a bailar las palabras…