Palabras en juego
La fantasía de América
Mañana se celebra una nueva edición del Día de América en Asturias, una ocasión para estallar en un mundo de ilusión. Un arte del encuentro también para el deporte, esa cancha de ida y vuelta que ha intercambiado personas, entidades, sistemas de trabajo y formas culturales.
Si hubiera que crear carrozas de tema deportivo tendrían un lugar destacado los deportes olímpicos, el fútbol, el piragüismo y los bolos que partieron en tantas maletas como símbolo de añoranza. Y también los Centros Asturianos, que vieron en el deporte un elemento de unión.
El periodismo deportivo, con Ignacio Javier Reggiani como maestro de ceremonias, rendiría homenaje a los profesionales que lograron informar, emocionar y conducir hasta la euforia incontenible a sus seguidores. Con noticias apasionadas que durante los últimos 65 años han contado a diario el rotativo mexicano Esto, el venezolano Meridiano, el peruano Líbero, el argentino Olé…
Con un coro de voces que forjaron un estilo popular basado en la simpatía, la amabilidad y la cercanía al oyente, las frases escuetas, la vocalización que inyecta la frase en el oído, la expresividad en las entonaciones y el ritmo de los hombres metralleta para decir el mayor número de palabras en el menor tiempo posible.
Agradecería a quienes con sus relatos amenizaron la vida de las gentes que salieron de Asturias para hacer Asturias por el mundo: Diego Lucero y Fioravanti (Argentina), Alfonso Laso Bermeo (Ecuador), Tony Tirado (Estados Unidos), El Gatito Blanco (México), Jaime Córdova (Puerto Rico), Ignacio Domínguez Riera y Emilio Elena (Uruguay), Lázaro Candal (Venezuela)… o a las televisiones Univisión y ESPN. Una gratitud extensiva a quienes llegaron a España para poner en marcha Marca y «Carrusel Deportivo» o crear nuevos enfoques para narrar los acontecimientos: Bobby Deglané, Tato Cumming, Héctor del Mar, Héctor Quiroga, Jorge Valdano…
De Lángara a Pezzuti y Congo. De Fangio a Fernando Alonso, el lenguaje deportivo de América es la emoción sin dramatismo, el énfasis y la pasión desbordada. Una fiesta de la fantasía, como el inolvidable de gol de Maradona frente a Inglaterra en la Copa del Mundo 1986, en el que Víctor Hugo Morales lloraba y hablaba a la vez o el semanario El Gráfico entonaba un singular «No llores por mí, Inglaterra».
Publicado en La Nueva España, Oviedo, 18 de septiembre de 2006.