Palabras en juego
Literatura y fútbol
La fase final de la Copa del Mundo es una ocasión para el arte. Este año han surgido exposiciones con el Instituto Goethe, trabajos en universidades y un homenaje a Luis Suárez en el Instituto Cervantes de Milán para destacar la dimensión cultural del fútbol.
Se han registrado: seriales de textos futbolísticos de grandes literatos en Mundo Deportivo, encuentros de escritores para evocar los tiempos deportivos de Albert Camus o Vladimir Nabokov y equipos de literatos como el Osvaldo Soriano Football Club y La Selección de Fútbol de Escritores Italianos.
En el Mundialito de escritores, el austriaco Franzobel, el húngaro Péter Esteráis, los suecos Henning Mankell y Per Olov Enquist, la camerunesa Calixthe Beyala, el británico Tim Parks o el español Javier Marías comentaron la dificultad de convertir en palabras un partido y el juego de su lenguaje a la hora de crear sinónimos y metáforas. Y llegaron a la conclusión de que el fútbol para los deportistas es la perspectiva de la diversión a ras de campo, mientras que para los autores consiste en la evocación del fútbol de antaño.
Sin embargo, Iberoamérica es el paraíso de una larga tradición de relatos, ya desde los años treinta en Argentina y Uruguay. Como curiosidades de los últimos campeonatos, destaca el relato del torneo en décimas que hace Ricardo Bada para Colombia, el suplemento de la revista «Cuadernos de Fútbol» que editó la Federación Española en 2002, la antología de relatos «Historias de fútbol, días de Mundial» de la editorial Edinexus… O la labor de director técnico de Juan Villoro en la mexicana «Revista Digital Universitaria»: Camus de portero, Dostoievsky y Tolstoi como centrales, Hemingway y Faulkner en el puesto de carrileros, Borges para recuperar balones e ideas ajenas, Cervantes en funciones de organizador, Nabokov como enlace ofensivo versátil, Kafka y Calvino de extremos y Chéjov como delantero artífice de brevedades.
La creación literaria del fútbol también juega en la cancha de la literatura universal. Y con sus aportaciones insólitas, como los chistes del argentino Caloi, logra transformar a Shakespeare en sonrisas.
Publicado en La Nueva España, Oviedo, 12 de junio de 2006.