1 de marzo de 2023

Fútbol tres estrellas

Por Jesús Castañón Rodríguez

Fútbol tres estrellas

Jesús Castañón Rodríguez

Argentina conforma una potencia en el desarrollo de la cultura de la lengua española en el fútbol por sus modos de vida, costumbres y conocimientos. Si en 2004 la actual presidenta de la Academia Argentina de Letras, Alicia María Zorrilla, intervino en el III Congreso Internacional de la Lengua Española con la aportación “La lengua como espectáculo: entre la crónica deportiva y la noticia policial” y en 2007 Federico Peltzer publicó Léxico de fútbol en la colección La Academia y la Lengua del Pueblo, la Copa Mundial de la FIFA de 2022 ha constituido una ocasión para la lógica ilógica de la lengua espectáculo.

La singular experiencia de la plena identificación, la entrega total a la cancha y la fuerza emocional de la unión de todos hacia un solo objetivo con alegría, fervor, esperanza y revoleo alcanzaron un nivel de máxima intensidad.

De las seis finales disputadas por la Selección albiceleste en 1930, 1978, 1986, 1990, 2014 y 2022, esta última resultó antológica y desarrolló una “dinámica de lo impensado” que diría Dante Panzeri, con situaciones trepidantes en las que la vida cambiaba como un rayo en una “campana de emociones”, según expresión del mítico periodista Diego Lucero. Fue el caso de un minuto fatídico en el que Francia empató un 2-0 adverso y transformó un penalti a tres minutos del final que supuso el 3-3 en el tiempo de prolongación.

El partido condensaba un largo tiempo de espera para creer y confiar, más allá de los recuerdos de “La Gioconda”, el balón de la primera final del campeonato de 1930 con Argentina-Uruguay, y de las victorias de 1978 con el Matador Kempes envuelto en banderas y una lluvia de papel en la grada en la que cada papel simbolizaba el latido de cada aficionado o de 1986 con Diego Armando Maradona como líder emocional que logró que las gargantas gritaran en cada esquina que su selección era un sentimiento.

El 18 de diciembre de 2022 saltaron a la cancha cuatro ingredientes que se superpusieron hasta el último penal para transformar en magia cultural el arte del campo: la pasión en cuanto padecimiento, preferencia muy viva y afición vehemente; la alegría como sentimiento grato, júbilo y regocijo manifestados con signos exteriores; el fervor que convoca al entusiasmo con que se hace algo; y la esperanza del estado de ánimo que aparece cuando los deseos se encuentran al alcance.

La invasión de la felicidad fundía todo en un colectivo abrazo de gol que dejaba atrás los cánticos de los relatores de la victoria y daba paso a las voces de los hinchas para envolver entre cánticos El Obelisco en un afán por el que el monumento escuchase la euforia del pueblo ante los nuevos logros de la historia.

Argentina es una cultura del fútbol que se juega con el corazón y no con las piernas, que infla el pecho de orgullo para compartir con expresividad hasta configurar un espectáculo de imágenes y de sonido como el que resumía Clemente, el personaje de Caloi, al dar alborozado la vuelta al mundo con su capa y para llenarlo de una lluvia de papel.

La comunicación y el periodismo oscilaron entre el drama y el sueño de la derrota inicial y el triunfo definitivo. Esparcían por calles y avenidas un relato urgente de información y emociones  en forma de juego artístico de emoción social para sacar lo mejor de la gente con latidos hacia la Argentina de mi vida, la Argentina de mi corazón. “Derrumbe y desafío”, “La fuerza de la esperanza”, “Sufrir para gozar”, “Angustia y alivio” fueron titulares que se combinaron con juegos de palabras para destacar a jugadores concretos con “Inmenzos”, “A toda Macquina”, “Llegó Papá Lionel”…

En esta gran fiesta no podía faltar la presencia de una publicidad que, a lo largo de la historia, ha hecho que los patrocinadores (cervezas, refrescos de cola, televisiones, tarjetas de crédito, empresas de telecomunicaciones…) forjaran un ambiente especial de gloria y fútbol en el mundo desbordando pasión y emoción en torno a ideas como: estar juntos para festejar el gozo glorioso y superar los recuerdos dolorosos, celebrar los instantes de gloria con la vuelta olímpica y el alzado de la Copa, teñir de celeste y blanco la vida, mostrar un amor interminable por el equipo y llenar la garganta de goles como manera de afirmarse ante el mundo, cambiar el destino, sentir que se ha ganado el respeto… Entre otras muchas, llamó la atención el encuentro de coincidencias de situaciones entre los campeonatos de 1986 y 2022, que al final se vieron cumplidas en la realidad.

Y, por supuesto, las gargantas afinaban con sus cánticos el aliento con canciones como «Vamos Argentina, sabés que yo te quiero» que impulsaba a una hinchada entregada para que el equipo fuese al frente y “Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar” que sintetizaba el estado especial de ánimo recobrado tras vencer en 2021 a Brasil en la Copa América y animaba a conquistar el tercer campeonato mundial con el apoyo de Diego Maradona desde el más allá.

El cielo futbolístico de Argentina brilla en el pecho con tres estrellas en el corazón, con una gran variedad de formas de expresión lingüística para exaltar la capacidad de sobreponerse a la adversidad, para inventar caminos con los que llegar al orgullo y la felicidad y para contar el disfrute de la cima a base de esfuerzo, orgullo y fe inquebrantables.

Las tres estrellas inflaron las redes ajenas y el pecho propio. Generaron alegres palabras, eslóganes y cánticos para detener la felicidad y sus huellas imborrables con el recuerdo perenne de Kempes, Maradona y Messi. Fijaron las gestas de la cancha, las detuvieron en el tiempo y las transformaron en un ámbito de ilusión y esperanza para la alegría y la fantasía. Una vez más la lengua espectáculo ensanchó el idioma español en la celebración de todos los tiempos.

Publicado en Disrupciones, San Luis (Argentina), 1 de febrero de 2023.