Cabecera de Idioma y Deporte
15 de julio de 2009

Recursos lingüísticos en la radio deportiva

Por Jesús Castañón Rodríguez

Recursos lingüísticos en la radio deportiva (*)

Jesús Castañón Rodríguez

(*) Texto de la ponencia presentada en el curso de verano La radio deportiva: lenguaje y formatos. Universidad Computense de Madrid, El Escorial, 2009.

1.- El moderno teatro clásico

Desde el Golfo de México a la Patagonia y desde el Pacífico hasta el Mediterráneo, el deporte ha sido un elemento para definir la historia contemporánea, un fenómeno social y poético que, según interpretaba Barthes, da continuidad a la función social del teatro clásico: mostrar la experiencia común de conocer sus pasiones, convertir al espectador en actor y servir de ámbito liberador de conflictos, alegrías y angustias sin destruir nada.

Este moderno teatro clásico ha desarrollado formas de expresión en español que, en los últimos tiempos, han llevado la alegría al pueblo gracias al sonido de teclados de portátiles, el canto de locutores que entonan la melodía de los triunfos y el coro de múltiples voces de protagonistas y seguidores.

Ocho decenios de banda sonora

Con la primera transmisión deportiva, el combate de boxeo entre Dempsey y Carpentier que realizó la emisora estadounidense KDK el 2 de julio de 1921, se puso en marcha una banda sonora que ha buscado el derecho a la sorpresa, las descripciones detalladas, la narrativa épica que interpreta dramáticamente los sonidos y la forma de impactar y seducir a una audiencia formada por gentes cuyo estado de ánimo pasa de la cara de entierro a la faz encendida de satisfacción.

Este nuevo mundo de arte, cultura y talento, en el caso del idioma español ha afectado especialmente a baloncesto, boxeo, ciclismo, fútbol, lucha libre americana y fórmula 1 desde que en 1922 y 1924 Uruguay y Argentina desplegaran su creatividad.

Uruguay, con frases escuetas y expresiones ligeras, que se anticipaban a los goles antes de que los gritase la multitud, puso en marcha estilo de intensa emoción sin dramatismo y la vivencia de los encuentros con una dimensión mágica: cada partido era un acontecimiento social, la victoria constituía una fuente de moral nacional y orgullo, la victoria final se convertía en motivo para el entusiasmo desbordado por las calles y en una forma de magnetismo capaz de captar la atención de la audiencia en bares y plazas públicas…

Argentina desarrolló la síntesis creativa de las emociones de la cancha con las emociones de la calle, con su estilo de marcar cada jugada con énfasis, su descripción lance o lance o el canto del gol irrepetible desde Fioravanti al ta, ta, ta… de Víctor Hugo Morales.

Una seducción sonora

Esta sinfonía de sonidos, efectos de ritmo y entonación ha logrado enamorar, seducir y atrapar los corazones y ha dejado huellas imborrables de las competiciones en los recuerdos personales y colectivos de cada época.

Ha fijado las gestas en las retinas de los aficionados, las ha detenido en el tiempo de la memoria y ha transformado los instantes mágicos de una genialidad en una estatua fluida, mientras siguen los tiempos y los deportistas en su imparable discurrir. Ha creado con palabras una campana de emociones para llorar, reír, soñar…

Esta apasionada melodía del atardecer combate la melancolía, salta a la cancha de complejos sentimientos de liberación por el esfuerzo. Y da paso a un ámbito creativo de lirismo, pasión, amargura y belleza destinado a ser vivido a todo ritmo en el clamor, en los sueños y en la fascinación.

Sus expresiones han saltado los límites del recinto deportivo para dar paso a un juego artístico de emoción social en el que han participado, sin exclusiones, la alegría de las tribunas, la pasión de los deportistas, el talento de los escritores, la reflexión de los pensadores… Es una obra coral que ha ensanchado las posibilidades expresivas del idioma, pero ¿para bien o para mal?

El lenguaje periodístico radiofónico ha sido acusado de difícil asepsia intelectual, de excesiva subjetividad y de tender a la opinión, al uso que se desvía de la norma común, a la inflación de extranjerismos y tópicos y a la proliferación de terminología bélica. Además, ha sido analizado por sus torpezas gramaticales, incorrecciones que dan patadas a los diccionarios y por algunos excesos de épica que presentan los acontecimientos como cuentos de caballería o como un camelódromo, según expresión de los manuales de periodismo de Brasil y México.

Sin embargo, la realidad es más compleja, pues desde el primer tercio del siglo XX, con la labor pionera los diarios El Debate y La Veu de Catalunya, el periodismo deportivo ha mostrado su interés por la mejora del uso correcto en cuestiones de vocabulario técnico, jerga, libros de estilo y aspectos de alta competición con constantes reflexiones y el desarrollo de formación especializada en estilo literario y usos específicos del lenguaje deportivo en cursos de posgrado de periodismo.

2.- El lenguaje como juego

Para el idioma, la radio deportiva se ha convertido en un juego que transmite espontaneidad y expresividad gracias a su continua evolución y expansión. Siempre ha procurado regular la emoción con el mejor uso posible del lenguaje, desarrollar su capacidad para crear imágenes mentales y captar la atención con voces prodigiosas y libres juegos de asociaciones que combinan situaciones, avisos publicitarios y títulos cinematográficos y atienden a la lírica de los sentimientos, la épica del esfuerzo y la dramática de las situaciones en conflicto.

En este ambiente, el periodista deportivo se halla en un cruce de energías creativas que convierte su labor en un taller activo de la forja idiomática, dado que el empleo del lenguaje no se limitará al uso normativo sino que lo desbordará, fundamentalmente, en los niveles fónico y léxico. Aparece como otro partido, que se disputa en alta velocidad y transporta al ser humano al límite.

Es un juego que encandila las pupilas, un tiempo de fantasía y talento original, un nexo entre las canchas y la sociedad, un instrumento de alegría contagiosa que combina elementos procedentes de la cancha, de la grada, de los pasillos del poder y del mundo mediático. Conforma un partido para la renovación del idioma en el que la lucha entre las fuerzas más conservadoras o puristas y las formas más dinámicas consigue que hablen en alto las emociones de la grada académica y los hinchas del lenguaje a la hora de hacer respetar la norma de la lengua común, los excesos contra la norma de corrección, los aspectos extranjerizantes, las expresiones tópicas, los usos erróneos, la asociación con valores, el uso del deporte como metáfora…

Uno de sus más destacados observadores fue Fernando Lázaro Carreter, seguidor del Real Zaragoza, aficionado a las transmisiones televisadas y los programas radiofónicos y tranquilo espectador de encuentros en el estadio Bernabéu, según cuenta Emilio Butragueño. Llevó la reflexión sobre el lenguaje deportivo a instituciones y congresos, fomentó el uso decoroso del idioma deportivo con orientaciones sobre 12 disciplinas deportivas (atletismo, automovilismo, baloncesto, boxeo, carrera continua, ciclismo, fútbol, golf, hípica, motociclismo, surf y tenis) e impulsó la incorporación del ámbito deportivo al trabajo de las instituciones lingüísticas al entender que el periodismo deportivo constituye un medio para estar en contacto con la sociedad y el vocabulario de la radio supone un fiel reflejo del uso mayoritario.

Destacaba al deporte como un espectáculo capaz de llegar al corazón de la gente y cómo su masiva audiencia podría ser una escuela con millones de personas con un nivel de atención y concentración muy alto.

Zona de espontaneidad y expresividad para la responsabilidad

El periodismo ha realizado una interpretación lírica de la actualidad que invita a la ilusión a partir de un sonido inconfundible generado con onomatopeyas, estribillos con rimas para ser cantados a coro, juegos de ritmo, figuras retóricas, técnicas de modificación de discurso repetido o poemas para buscar la diversión, la sinceridad, la amenidad y el tono atractivo. Crea una cancha para el despliegue de recursos fónicos, gramaticales y léxicos.

Fónicos

En los primeros destacan cuestiones relacionadas con los nombres de deportistas y la fonoestilística.

El tratamiento de los nombres de deportistas ha optado por adoptar soluciones populares en vez de seguir las transcripciones, en los casos más difíciles. Así, gracias al genio del idioma, el yugoslavo jugador bético Hadzibegic se volvió «Pepe», el ruso guardameta sevillista Rinat Dasaev mutó en «Rafaé» o el japonés delantero del Real Valladolid Hosi Jo pasó a «Josillo». Y también se produjo con el fichaje del rumano Gica Hagi por el Real Madrid, convertido en «el Maradona de los Cárpatos» o del croata Nenad Mirosavljevic como» Mortadelo» que solicitó que se respetara su nombre deportivo en cuanto como nombre comercial genera derechos de imagen.

Los relatos han creado una fonoestilística particular para recrear temblores, rugidos, vibraciones, trayectorias… a partir de su recreación mediante r, f, s, z, u, i. Se alargan vocales y consonantes. Se habla con el mayor número de palabras en el menor espacio de tiempo posible, en una tendencia que introdujeron los hombres-metralleta argentinos, con un especial cuidado de la vocalización. Se juega con variedad de entonaciones que suben y bajan sus curvas y modulaciones para hacer latir el corazón al compás las emociones, las controversias y los arrebatos. Se emplean diferentes timbres de voz, con contrastes. Y en los momentos más destacados de las competiciones se pone en marcha una intensidad a pleno pulmón para saludar al sueño que se acaba de conquistar, con especial atención a la magia de la palabra gol con la fuerza del estallido de su canto con pólvora, explosión y humo o como fuente de electrochoque emocional, patetismo y engolamiento de la voz.

Son unos recursos que Juan Manuel Gozalo ha considerado como compartidos con los actores: enfatizar cada palabra, buscar el equilibrio entre el detalle y el sentimiento. Su exageración en el estilo de difusión espectacular procedente de América, es lo que Lázaro Carreter denominó como Píndaros hertzianos, juglares de ultramar, juglares de allende el océano, magos del énfasis, boquihenchidos, bardos y parleros.

Gruñidos y roncos alaridos, erres vibrantes, silbantes eses, vientos de efes y zetas salen al encuentro de palabras que acompañen las acciones deportivas del oyente. Ritmos acelerados, vocales alargadas y modulaciones de voz harán un encefalograma por el que suban y bajen las emociones, las ilusiones y las esperanzas en un constante esfuerzo de imaginación e ingenio hasta llegar al agotamiento.

Todo ello, hasta dar lugar a situaciones como la vivida por Jorge Valdano que sólo pudo correr entusiasmado por la cancha tras vencer en la final de la Copa del Mundo de 1986 con un gol de su autoría y, sin embargo, estalló en un llanto incontenible en un parque de Buenos Aires al escuchar la grabación que le habían hecho llegar con la narración radiofónica del tanto. O el singular costumbrismo de los pueblos del interior de España que al no poder ir del estadio a una fuente, terminaron celebrando en la piscina municipal el triunfo de la Selección en la Eurocopa de 2008.

Esta interpretación se ha extendido a la animación publicitaria que integra la publicidad en los contenidos radiofónicos, en un trabajo intergeneracional de constante esfuerzo y afán de superación que han desarrollado, entre otros, Vicente Marco, José Luis Pécker, Juan Toro o Joaquín Prat. Y que entre ascenso de puerto, carrera de velocidad, triple baloncestítico o coronación de un ocho mil siguen la fiesta social de la comunicación degustando un jamón único en el mundo o una bolsa de pipas de las que hicieron hablar al toro al morir.

Es un despliegue de efectos sonoros que ha contado con animadores publicitarios que también han desarrollado inquietudes literarias en libros de poesía, como son los casos de Pepe Domingo Castaño con Andadura y Debajo de la parra o Javier Ruiz Taboada con Ropa interior.

Gramaticales

El lenguaje periodístico del deporte repercute en la difusión de algunos usos gramaticales: el uso arcaizante de tiempos verbales, la confusión entre la transitividad y la intransitividad de los verbos, la eliminación de artículos y de pronombres reflexivos enclíticos dando lugar a verbos intransitivos («entrenar, calentar, alinear»), el cambio del significado gramatical de las preposiciones (de, sobre), la creatividad léxica para formar palabras y el análisis de locuciones como «en detrimento» con el sentido de con menoscabo, «sin paliativos» con el significado de contundente, «de cara a» por para, con vistas a…

Léxicos

Lázaro Carreter alababa la riqueza léxica y variedad de recursos para mantener el lenguaje vivo, su imaginación y creatividad, pero criticaba los excesos de la lengua-espectáculo en cuanto suponían un empobrecimiento de la lengua y del pensamiento, un modo extravagante de llamar la atención, un trueque babélico y una irresponsabilidad social en la difusión de ciertos usos del idioma.

Esta necesidad de mejora afecta a cinco ámbitos. Primero, los abusos y errores lingüísticos que surgen por laxitud -«alante» por adelante, «histórico» por memorable, «poner coto» por poner cerco, «señalizar» por señalar…- y las recreaciones absurdas de términos y giros -«quedarse en un vilo» por quedarse en vilo, «de chúpate dómine» por chupa de dómine, «alma mater y alma pater»-. Son unos gazapos o chascarros que también son analizados por la Academia de Humor en la sección «La cárcel de papel y de las ondas del lenguaje futbolístico» para la página web Idiomaydeporte.com en cuanto constituyen imprecisiones, excesos verbales o contradicciones de tópicos. Y así, se regatean las aristas de la realidad deportiva para marcar el gol de la sonrisa en la boca de la gente al descubrir relaciones curiosas en expresiones como gol «a balón parado», ya que si estuviera estático nunca podría colarse en ningún sitio, o «dispara con su pierna derecha» como si se hubiera la posibilidad de jugar con una pierna ajena.

Segundo, la incidencia de lenguajes de moda que llevan a denominar un centro chut del delantero barcelonista Goicoechea como «TALGO» (tiro alto y largo de Goico) y a la simulación de una caída en el área como «chafung».

Tercero, los neologismos innecesarios relacionados con la angloparla o forma de expresión que imita el inglés mediante el uso de voces que ya cuentan con un término equivalente en español, anglicismos de fantasía (footing, puenting o recordwoman) y el uso de calcos semánticos y anglicismos y anglogalicismos como «desapercibido» por inadvertido, «dopar, dopado» por drogar y drogado y «opción» por posibilidad. Es un fenómeno al que da respuesta el Diccionario Panhispánico de Dudas, aunque surgen nuevos retos como las transliteraciones alfabéticas para los deportes de origen asiático y la adaptación de denominaciones que mezclan varios idiomas, caso del «bossaball» y del «jorkyball».

Cuarto, el uso de palabras comodín que suprimen matices significativos: «finalizar» para sustituir a acabar, terminar, concluir o dar fin, «veracidad» para reemplazar a credibilidad o crédito, «perdonar» por fallar o «vendetta» en lugar de desquite.

Y quinto, la presencia de terminología opaca o transformación que realiza el periodismo en aras de una mayor comprensión mediante conceptos gráficos y emotivos. Convierte al personal sanitario que hace un control antidopaje en un «vampiro», a la bicicleta aerodinámica para la contrarreloj en una «cabra», al tapón del baloncesto en un «sombrero», a la zona en la «bombilla», al escalador colombiano en «escarabajo», al cartel reversible del automovilismo en un «chupete», a un delantero de fútbol en un «puñal» y si juega sólo en punta en el «abrelatas», a los pases imprecisos en «pedradas», «melones» o «sandías», al semicírculo del área en «media luna», «corona» o «balcón», al exceso de gente que ha entrado gratis a un recinto en «tifus» y al retraso en la incorporación de un jugador tras disputar un partido internacional con una selección nacional en «virus FIFA». Y si mete un tanto en Bilbao será cantado en la radio como «bacalao».

Los lingüistas también se han mostrado a favor del lenguaje radiofónico, entre otros, en cuatro aspectos. Primero, alaban su creatividad que surge de varias necesidades: designar nuevas realidades, contar con un estilo y una expresividad que marquen diferencias y eviten repeticiones, conectar con la sociedad mediante códigos ajenos al deporte y formar fórmulas breves. Este gusto por la experimentación lingüística llega a su máxima expresión en el humorismo con expresiones ligeras, rápidas y llenas de alusiones en una forma libre de expresión capaz de unir a la gente, destacar el derecho a la sorpresa y llegar a la verdad, leyendo entre líneas y descubriendo la realidad cierta que hay tras las apariencias.

Cabalgata Fin de Semana, , con el miroespacio «Auténticas entrevistas falsas» que creaba Oberón e interpretaban Tip y Top, ha dado paso a un singular juego de fantasía que en el nivel léxico comprende nueve mecanismos: metáforas con objetos dispares o sin conexión lógica, paradojas basadas en antonimias, acertijos, reinterpretar vocabularios convencionales, analogías de sonidos entre palabras, dilogías, modificación de discurso repetido, neologismos (por derivación, composición, relaciones de contigüidad, relaciones de semejanza, invención, acronimia o siglas) e ironía. Es un panorama que se complementa en el nivel fónico con seis recursos (textos sin puntuar, sustituciones por transcripciones fónicas, invención de signos, rimas, juegos imitando esquemas acentuales o entonaciones de otras lenguas y parodias de rasgos de las voces de protagonistas) y en el nivel gramatical con otros tres: frases incompletas, exageración de latiguillos, muletillas y frases hechas y el uso de errores que sirven para caracterizar personajes.

Segundo, la presencia de neologismos necesarios que generan: nuevas expresiones inventadas como la «raqueta inteligente» que realiza una descarga en el golpeo de la bola o la «serpiente multicolor» para designar el pelotón ciclista; sinónimos inventados como «zapatazo» para competir con chut, chutazo, tiro, disparo o cañonazo; apelaciones a la épica creadas por los gabinetes de prensa de las entidades deportivas como «el espíritu de Juanito» para evocar las remontadas del Real Madrid; y nombres de actos comerciales creados por agencias de publicidad como «La batalla de las superficies» que reunió a Rafael Nadal y Roger Federer en una pista cuya superficie era la mitad de hierba y la otra mitad de tierra batida o el «Turbo Tennis» con el que se denominó a un torneo sobre una superficie rápida de moqueta en la que vencía el tenista que más juegos ganase en treinta minutos.

Uno de los aspectos más destacados ha sido el de los extranjerismos relacionados con denominaciones oficiales de entidades y organismos, nombres de disciplinas deportivas, marcas y enseñas. La comunicación especializada siempre ha considerado que no se puede admitir en bloque un vocabulario plagado de barbarismos y neologismos inútiles, pero que tampoco es viable una sustitución en bloque por términos en castellano. Y así, ha procurado favorecer en la ciudadanía una actitud reflexiva ante su idioma y ofrecer modelos de empleo desde los medios basados en tres actitudes posibles: la hispanización que adapta el extranjerismo al sistema del español o lo sustituye por una traducción, el uso directo del extranjerismo y la creación de expresiones en español que puedan designar esa realidad. Es una tarea que ha contado con una amplia bibliografía en la alta competición de la Copa del Mundo de Fútbol, los Juegos Olímpicos de Verano y los Juegos del Mediterráneo, celebrada en España y México entre 1968 y 2005.

De forma paulatina, la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española se han enfundado la camiseta del Diccionario Panhispánico de Dudas para que sirva de «serpa» o guía en la expedición internacional del idioma. Han comentado términos con doble acentuación como «futbol/fútbol, beisbol/béisbol y olimpiada/olimpíada», han sugerido que «aficionado, balsismo, dopaje, foto de llegada, puentismo y senderismo» sustituyan a «amateur, rafting, doping, foto finish, puenting y trekking» y han propuesto que «cácher, cadi, cros, golaveraje, jóquey, jonrón, yoquey y yudo» le propinen un «croché» (crochet) a «catcher, caddie, cross, goal average, hockey, home run, jockey y judo». Y que «ampáyer, derbi, eslalon, esparrin, esprín o rali» entren en juego por «umpire, derby, slalom, sparring, sprint o rally» para que sus plurales sean ampáyeres, derbis, eslálones, espárrines, esprínes o ralis.

Aún falta mucha cancha por recorrer y comprender que el estado de permanente ebullición del idioma ha logrado que las carreras de fórmula 1 hayan aportado recientemente el «mass dumper» o amortiguador de masas, el «hands» o el «kers» y que el baloncesto haya creado el «scouting» para designar el trabajo de la persona que sintetiza información procedente de videos y observaciones y analiza con programas informáticos el juego de los rivales para contrarrestarlo con acciones automatizadas.

Tercero, el intercambio con Iberoamérica ha mostrado la riqueza del castellano en el mundo. Los hispanoamericanismos léxicos han logrado embotellar nubes de intensas emociones con una gran capacidad retórica mediante expresiones con alma, fantasía, unidas al costumbrismo y a la lengua de la calle.

En las diferentes ediciones de la Copa del Mundo de Fútbol se ha podido disfrutar de expresiones que marcan una rica diversidad, como: «agarrar la lanza» por subir a rematar en ataque, «arco, valla» por portería, «arquero, golero o golquíper» por el portero, «balinazo, berriazo, bombazo o chumbazo» por remate fuerte, «clavar el aliento en la nuca» por marcaje estrecho, «cola de vaca», «cuauteminha», «definir» por anotar, «fohla seca», «gambetas» por regates, «globa, gordita, guinda, la número cinco, redonda o vedette» por balón, «jopeadas» por sombreros, «jugar con un balde invertido en la cabeza» por ser torpe, «lluvia de papel», «miedo escénico», «moñas» por regates en corto, «morfón» y «traguilla» por chupón, «no agarrar una vaca en un baño» por fallar en un marcaje, «ola», «paisajear» por hacer la estatua, «paradinha», «pascón» por portero de poca calidad, «patadura» por jugador de campo con poca calidad, «patrullar un sector» por marcar en zona, remates de «chanfle» o con efecto, «taquitos» por espuelas y «urgencia histórica». En los Juegos Olímpicos se han recogido diferentes acentos que han destacado la afirmación ante el mundo, el derecho a la felicidad y a la sorpresa inteligente. El español se manifiesta como patrimonio de una «fanaticada» que valora la actuación arbitral del «silbante» y del «jueceo» en México y que, desde la «largada» o salida hasta el tiempo de descuento o «alargue» en Argentina y Uruguay, se siente ávida de «cinchar», «hinchar» o «animar». En atletismo, la pértiga es «garrocha», las carreras de metros lisos se vuelven de «metros planos», la cuerda de la pista pasa a «andarível» en Ecuador y Perú y la marcha y el lanzamiento de peso son «caminata» en México y lanzamiento de «bala» en Cuba. En béisbol o «beisbol» hay «jonrones» o «cuadrangulares» para el castellano de Centroamérica y Caribe y el «doblete» consiste en un bateo que permite alcanzar dos bases… En boxeo, el «punching ball» aparece como «pera loca». En ciclismo, el gregario pasa a ser el «escudero» y el escalador es un «escarabajo» en Colombia. En natación o «nado», la braza, espalda y mariposa dan paso al nado «de pecho», «de dorso» y «de delfín», la piscina se torna «alberca» en México y «pileta» en Argentina, el bañador es «traje de natación» o «traje de nado», la corchera recibe el nombre de «cuerda» y la natación sincronizada y los saltos de trampolín se registran como «nado sincronizado» y «clavadismo» en el centro y el sur de América. Los tenistas ejecutan un «cotín» o revés alto para devolver un saque. Y el voleibol pasa de mano en mano para ser «balonvolea» en España, «voléibol» en los Andes y el Río de la Plata y «volibol» o «vólibol» en América Central.

Y cuarto, la capacidad retórica para conectar la cancha con la calle mediante lenguajes figurados que eliminan la terminología técnica de los deportes y dan paso a una seducción que crea mitos y emociones en un populismo lingüístico. Y se extiende el uso de técnicas de modificación de discurso repetido con unidades de lengua coloquial (giros, refranes…) para sintetizar el ánimo del encuentro y las experiencias vividas, así como con títulos de formas culturales con éxito social para ser aplicados al oportunismo de la noticia.

3.- Influencia social

En el siglo XXI, el deporte ha pasado de ser una fiebre a una necesidad social para una población de todas las edades que ha generado disposiciones afectivas y de expresión para la intensidad emotiva al mirar y practicar deportes.

Ya el II Congreso Internacional de la Lengua Española, celebrado en Valladolid en 2001, destacó la importancia de la renovación idiomática que genera el deporte al atender a los neologismos del habla común que se generalizan desde él y cómo constituye un privilegiado observatorio de las nuevas tendencias del español más actual.

Desde finales del siglo XX cerca de setecientas expresiones difundidas por el lenguaje periodístico del deporte se han ido extendiendo a otros ámbitos del periodismo mediante un juego de sustituciones que generan emociones y recuerdos de sensaciones fugaces. Es un recurso fácil de entender por los receptores y que resulta útil al periodista a la hora de clasificar otras experiencias cuando se presenta la vida como espectáculo o una manera de competición. Le permite establecer una asociación emotiva, estética y retórica que crea analogías y modelos explicativos, genera formulaciones lingüísticas en el imaginario social y redescribe la realidad con términos cercanos al receptor.

Esta representación de la realidad social con las expresiones del deporte-espectáculo tienen preferencia por el fútbol y el ciclismo en las secciones dedicadas a radio y televisión, por el atletismo en noticias de carácter político y militar, por el boxeo en la sección de internacional y por el ajedrez en economía, anuncios publicitarios, ofertas de empleo y textos alusivos a la formación empresarial, la retribución de los altos cargos o los movimientos estratégicos en el consejo de dirección de una gran empresa.

Suele aparecer en seis casos. Primero, en situaciones de competitividad con confrontación y tensión. Segundo en la valoración de la trascendencia de victorias y derrotas. Tercero, en la clasificación de realidades en situaciones de altos rendimientos para hacer titulares («Liga de Campeones, Dream Team») y en casos de competición para jerarquizar elementos recurriendo a términos procedentes del boxeo («peso pesado, peso pluma»), del tenis («números uno, cabeza de serie») y sobre todo, del fútbol.

Cuarto, en la creación de tópicos de múltiple uso (la «recta final», la «diplomacia del ping pong», la victoria absoluta como el K.O. y la derrota es identificada con «tirar la toalla»). Quinto, en la ampliación de lectores con expresiones gráficas sintéticas y de gran belleza que sean fáciles de comprender por el contexto. Y sexto, en la expresión de eufemismos o el comentario de situaciones épicas o violentas de la realidad cotidiana en las que «se ascienden puertos a golpe de riñón, se lucha por ganar la melé y se gana un lugar privilegiado de la parrilla de salida». Es un juego que sustituye plusmarcas por consecución de objetivos a partir de las carreras de fondo del atletismo para relatar el dominio del cuerpo y de la mente, del boxeo para dramatizar personajes y del ciclismo para destacar la victoria sobre el miedo, las emociones y la coordinación entre cuerpo y mente para superar a las fuerzas de la naturaleza.

Además del periodismo, las formas de expresión del deporte también se han extendido de forma generalizada, en el siglo XXI a tres ámbitos: la política, la economía y el turismo.

En política se presenta como recurso eficaz para comunicar mensajes de forma clara, concreta y directa en situaciones de competitividad, agonismo o dramatismo, para conseguir titulares y para persuadir con reacciones afectivas.

En economía se usan sus expresiones y formas de hablar como elemento de persuasión en la vida empresarial a la hora de la gestión del trabajo en equipo y el liderazgo y el logro por objetivos. También como estilo para transmitir conocimientos a un público no especializado en el que el ajedrez transmite conceptos y el baloncesto y el fútbol sirven para hablar de habilidades complementarias con las que alcanzar objetivos o del mundo bursátil.

Y en el turismo, el deporte aporta giros a un nuevo estilo de viajar en busca de experiencias masivas inolvidables, nuevos sitios y lugares soñados. Y ha centrado sus posibilidades en la montaña con montañeros y esquiadores, en el agua con el surf y las actividades subacuáticas, en la caza y la pesca para buscar las piezas más exclusivas, en el golf para encontrar relajación, en las carreras populares para participar anónimamente en un espectáculo de masas y en el automovilismo y el motociclismo para vivir con un ídolo las experiencias imborrables de las competiciones en los circuitos.

4.- Nuevos tiempos

Nuevos retos se presentan en el siglo XXI para la evolución del deporte y que, con el paso del tiempo, se harán visibles en el idioma. Al menos, se concentran en ocho centros de atención. Primero, la constante diversificación de la actividad física y el deporte con su práctica individual, familiar o asociativa y su desarrollo en espacios naturales y urbanos, con agencias de publicidad, eventos comerciales y movimientos asociativos.

Segundo, la plena incorporación de la mujer a todos los estamentos del deporte dentro y fuera de los recintos de competición y que ejemplifican desde los modelos seductores hasta los trabajos para favorecer su visibilidad, inclusión e igualdad de oportunidades y trato.

Tercero, la próxima extensión de la alta competición a la edad adolescente, con la puesta en marcha en 2010 de los Juegos Olímpicos de la Juventud para participantes de entre 14 y 18 años y la consiguiente alerta para luchar contra la explotación de deportistas jóvenes con éxito. Esta nueva realidad contará con su edición de verano en Singapur en 2010 y de invierno en Insbruck en 2012 para combinar el deporte con otros elementos sociales de forma divertida y con interactividad entre los atletas participantes y los espectadores que siguen la competición desde casa. Es un nuevo marco para aprender a conocer, hacer, ser y vivir juntos cuyos fines son competir, aprender y compartir en un entorno emocionante y contemporáneo que desarrollará todas las posibilidades de las nuevas tecnologías con las aplicaciones de los medios digitales y las redes sociales.

Cuarto, la incorporación del deporte a la educación formal e informal como elemento que contribuye al proceso de aprendizaje. En la enseñanza del español para extranjeros y la educación secundaria se favorece su presencia a la hora de desarrollar habilidades comunicativas y de comprensión y de reflexionar sobre los mecanismos de la lengua general. En la enseñanza no reglada, se emplea para desarrollar el aprendizaje de idiomas con un entorno eficiente, rápido y divertido. Y en el bachillerato internacional se busca relacionar el deporte y su lenguaje con un estilo de vida sana y equilibrada en lo intelectual, lo físico y lo emocional.

Quinto, la conversión de la práctica deportiva en un índice de salud y calidad de vida para todas las edades en cuestiones de prevención y protección relacionadas con la alimentación, el estrés y la obesidad.

Sexto, la función social, educativa y cultural que desarrollan las fundaciones deportivas de los clubes y que abarcan todo tipo de ámbitos vitales y grupos de edad. Transmiten valores sociales que eliminen diferencias de género, religión y raza, favorecen la integración social y el desarrollo del voluntariado y están orientadas a enriquecer la conducta y el comportamiento del ser humano.

Séptimo, el nuevo nicho de mercado que han encontrado los estadios de fútbol con el más allá en España para acoger nichos de difuntos desde 2008, con la elegante denominación de columbario o espacio memorial en un encuentro simbólico durante 25 años.

Y octavo, la reflexión sobre el deporte moderno como un elemento generador de empleo con cuyo lenguaje se familiariza la gente, analiza su relación con el trabajo, el arte o el negocio, tal y como ya ha realizado en 2007 la Secretaria de Educação Continuada, Alfabetização e Diversidade dependiente del Ministerio de Educación de Brasil.

Muy probablemente, se desarrollará una nueva respuesta lingüística para estas necesidades emergentes en un trabajo intergeneracional que no sólo se atenderá desde la radio comercial, sino que ya es incipiente desde las radios de los diarios y las propias entidades deportivas, que se han convertido en medios de comunicación gracias a las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías con sus espacios de comunicación entre profesionales, periodistas y seguidores con una activa interacción con otras páginas web de aficionados.

Y de momento, apunta a un cambio de lenguaje que viene orientándose hacia un consumo por actitudes en vez de por edades, y que responde a lo que Alfredo González de Linares, de la Consultoría Swat, denomina «Definición Socio-gráfica del consumidor». Es decir, la creación de mensajes y espacios para seis grupos de personas con pautas de elección similares basadas en objetivos, motivaciones y valores comunes: los resignados que buscan resistir y siente alivio con las hazañas del deporte, los luchadores que buscan en la información deportiva la liberación de las dificultades y la esperanza en la mejora, los conservadores con escasa actividad física que practican deporte en familia, los aspiracionales que se apuntan a los deportes de moda, los triunfadores que practican actividades de mantenimiento, al aire libre o con un alto componente de competitividad, los transicionales que buscan deportes no convencionales y los reformadores que pretenden el progreso social con deportes no competitivos, natación, gimnasia de mantenimiento y actividades al aire libre y en la naturaleza.

5.- Epílogo

Más allá de la destrucción del idioma, el lenguaje periodístico del deporte se ha convertido en un interesante ámbito para la observación de neologismos y de tendencias del español actual.

Tras un aparente panorama de púgiles en combate con el uso normativo, atletas de las ondas que hacen volar libros de gramática con la habilidad de un lanzador de disco, de delanteros que patean diccionarios… en un nuevo uso al tradicional como sillón y almohada que relataba Pablo Neruda en su «Oda al Diccionario», se halla una tarea inacabada en constante evolución y expansión.

Los periodistas deportivos han practicado salto de altura con la entonación, cambios de ritmo en los momentos de mayor emoción, gambetas a los tecnicismos para buscar su comprensión, rabonas de nuevas expresiones al primer toque desde los gustos sociales, marcajes estrechos al vocabulario de moda… hasta embotellar nubes de emociones y conquistar todo tipo de espacios en una participativa fiesta social, joven, optimista y libre.

Han hecho de la lengua en «calzoneta» y «polera» una forma de ensanchar la expresividad del idioma desde su ámbito especializado hacia el lenguaje de los servicios informativos de carácter general, de otras áreas de redacción periodística… Han dado a conocer la aventura de las palabras en movimiento: la imitación de situaciones de la naturaleza, el viaje cultural por tierras remotas en el origen de los términos, el relato de situaciones curiosas en las que se crean vocablos y la historia de personajes famosos o anónimos que han acuñado expresiones gracias a su fantasía y esfuerzo.

Su relato de aventuras humanas se presenta apasionante en el siglo XXI para atender a la sociedad en su conjunto con unas generaciones que ha generado unas disposiciones afectivas y de expresión para la intensidad emotiva al mirar y practicar deportes. Y su banda sonora no dejará de tener éxito y seguirá difundiendo hasta el último rincón ingredientes que hacen hablar en alto a los sentimientos: viajes de intensas emociones, transformaciones artísticas del dolor, liberaciones por el esfuerzo, talentos redentores, conquistas del propio sueño en tierras lejanas, prestaciones de auxilio de espíritu en tiempos de necesidad…

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