Palabras en juego
Canasta sobre la bocina
Este mes de septiembre ha sido tiempo para las ágiles palabras del baloncesto. Las jugadoras Amaya Valdemoro, Montañana, Xantal… y los baloncestistas Felipe Reyes, Garbajosa, Navarro… han llenado de acciones los campeonatos europeos femenino y masculino.
Y han desatado un ambiente de expectación como el vivido en el Palacio de los Deportes de Oviedo, cuando el tramo de semifinales del Campeonato del Mundo de 1986 reunió a Argentina, Canadá, China, Estados Unidos, Italia y Yugoslavia, con un deslumbrante Drazen Petrovic.
Se ha podido disfrutar con acciones rápidas del «base» («armador» en América), con lances como «ganar la posición» (adelantarse al rival para ocupar un espacio), con pases imposibles como «alley-oop» (pase alto hacia el aro) y «lob» (pase bombeado), con «asistencia» (pase que precede a una canasta) y con remates con «fly» (en vuelo) o en un «mate» (introducción fuerte de la pelota en la canasta).
Al ser el baloncesto un gran espectáculo visual, el periodismo ha podido crear imágenes como «bombilla» (zona), «pedrada» (lanzamiento fuerte y sin precisión) o «sombrero» (tapón) y expresiones tan gráficas como «escupir el aro el balón» (rebotar los lanzamientos) o «machacar tras bajar las lámparas del palacio» (hacer un mate espectacular tras haber tomado impulso con un gran salto).
Una de las más llamativas es «canasta sobre la bocina» (enceste que ocurre cuando suena la bocina que limita el tiempo) y que podría ejemplificar el tiro que transformó Emanuel Ginóbili en los Juegos Olímpicos de Atenas para vencer a Serbia y Montenegro. Tal fue el entusiasmo para el basquetbol argentino que la victoria fue saludada con un «Manu, de qué planeta viniste» con claras influencias del relato del gol de todos los tiempos conseguido por Maradona frente a Inglaterra.
Si ha crecido al ritmo del «¡Tri-tri-tri-triple!» para cantar las canastas de tres puntos, habrá podido conocer su juego en las canchas literarias con José Hierro como practicante ilustre. Habrá reconocido sus preocupaciones culturales, como las de la Fundación Pedro Ferrándiz o el portal Basketconfidencial.com de Paco Rengel. Y hasta habrá entablado relaciones sociales en Madrid, gracias a aquella jerga juvenil de los años ochenta: el «amorcesto».
Publicado en La Nueva España, Oviedo, 19 de septiembre de 2005.